Recordarán
que este año le dieron el Premio Nobel a John Gurdon y Shinya Yamanaka por su
contribución a la reprogramación celular que, en resumen, permite revertir cualquier
célula, no necesariamente embrionaria, a un estado inicial semejante al de las
células madre. El día que entrevisté a Gurdon para este periódico le pregunté
acerca del impacto que tendrían estos descubrimientos en la lucha contra el
Cáncer. Después de unos 10 segundos de callada reflexión me contestó: “lo
cierto es que no se me ocurre ninguna. Usted trabaja en Cáncer, ¿me lo podría
decir usted?”. Lo primero que se me ocurrió contestarle, no sin sorprenderme
que a un Premio Nobel le interesara mi opinión, fue que disponer de células madre
¨artificiales¨ creadas a partir de cualquier otra célula del cuerpo, dejaría
las puertas abiertas a la producción de órganos humanos para el trasplante.
Así, la mejor solución para, por ejemplo, un Cáncer de páncreas, sería la generación
de un nuevo órgano utilizando estas células madre artificiales del paciente
enfermo. Al no tratarse de células madre procedentes de embriones, nos
liberaríamos de las ataduras legales que limitan la investigación con las
mismas, y al proceder del paciente en cuestión no habría rechazo inmunitario.
Pues bien, esa improvisada opinión se hizo realidad, cuando hace un par de días
la revista Nature publicó los resultados de unos científicos japoneses que, con
las técnicas de Yamanaka, consiguieron producir pequeños hígados de ratón. Es
el paso anterior a la producción de órganos “legales” en humanos.*
*Publicado en La Voz de Galicia el 08-07-2013